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sábado, 31 de marzo de 2012

Camino andino XIV

 
Camino andino XIV
 
 
 
 
 Atravesaba un lugar donde el atardecer se conjugaba con ocres y otoño. La ausencia era ella misma. Arrastraba un amor y todo su olvido. A solas y toda la inmensidad para atravesar como extranjera.   Un sonido fue poblando el espacio. Primero, avanzaron unas siluetas y luego, una mano.

 Él soñaba que colocaba una mano en el hombro y advertía a la mujer  que estaba sin zapatos y eran imprescindibles para cruzar.

 Uno que la nombraba con su mano y en silencio,  pidió que lo siguiera . Señaló el camino a un caserío abandonado. Sólo ella y una mano que conducía a un recoveco. Allí  con una lanza o báculo golpeó el techo y una caja  derramó su tesoro: unos zapatos transparentes.

 Cuando se despertó, la mujer se dio cuenta que el hombre se había colado en su sueño y  la había iniciado en el rito del cruce. Había perdido un sueño pero como favor divino, una mano dormía a su lado o dos. Había sido un abrazo profundo y no un beso. La princesa había encontrado  zapatos y había despertado del antiguo letargo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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