
Deja el páramo y viene a sembrar dudas;
recorro
el camino en busca de mis rojos pañuelos.
Él me sigue mansamente, observa y canta.
Seguramente, nos encontraremos
-es inevitable-
en alguna calle, con o sin hojas
sin palomas, sin pájaros
y un pie que tiene sed de besos.
Tal vez, sólo sea un fantasma
o quizás sea yo la que no existe.
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